Cuando las familias de New Mexico y de todo el país debaten sobre la conveniencia de trasladar a un ser querido mayor a una residencia para que reciba cuidados las 24 horas del día, a menudo se producen emociones e intercambios desgarradores.
Los familiares suelen angustiarse por ello y pueden tener emociones encontradas.
Por un lado, reconocen que un cambio así es singular, probablemente permanente y puede suponer estrés para todos los implicados.
Por otra parte, sin embargo, y como señalamos debidamente en el acreditado bufete de abogados de lesiones personales Albuquerque de Berenson & Associates, a menudo albergan la esperanza de que la atención prestada en las instalaciones suponga un cambio muy positivo. Señalan que "un pariente anciano o discapacitado podría beneficiarse obviamente de los cuidados que proporcionan dichas instalaciones".
No cabe duda de que legiones de personas de todo el país están contentas y satisfechas con los cuidados que reciben en las residencias de ancianos.
Sin embargo, numerosas pruebas colectivas y contrastadas también ponen de manifiesto que muchos no lo hacen. En nuestro sitio web señalamos la "gran traición" que sienten las familias cuyos seres queridos vulnerables "sufren debido a la negligencia o los abusos de aquellos a quienes se ha confiado su bienestar."
Un reciente artículo publicado en un medio de comunicación nacional en línea subraya que la negligencia en residencias de ancianos obedece a múltiples y diversos catalizadores. He aquí algunos facilitadores representativos:
- Caídas (muy frecuentes y a menudo evitables cuando el personal no presta la debida atención a factores como la mala iluminación, las moquetas deficientes y los suelos resbaladizos o mojados).
- Falta de atención del personal a las necesidades de higiene de un residente que son evidentes y no pueden atenderse personalmente.
- Decisiones de contratación erróneas (el artículo citado señala "empleados con antecedentes penales, empleados sin formación y cuidadores que no se esmeran mucho en su trabajo").
- Negligencia médica (por ejemplo, diagnóstico erróneo o error de medicación)
- Supervisión inadecuada (especialmente en relación con residentes muy vulnerables)
Ninguna persona razonable exige a los miembros del personal y a los directivos de las residencias de ancianos una perfección sin errores. Sin embargo, es lógico que se espere de ellos que atiendan a las personas a las que prestan sus servicios con la debida profesionalidad y de conformidad con las normas de atención reconocidas.
Cuando no lo hacen, un un equipo jurídico acreditado y empático puede intervenir para exigir medidas correctoras y ayudar a las partes afectadas a obtener la máxima indemnización por los perjuicios sufridos.
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