En Albuquerque, en New Mexico y en todo Estados Unidos, una de las cuestiones más difíciles a las que debe enfrentarse una familia es si tiene un ser querido anciano que necesita más cuidados de los que puede recibir en casa. Ingresar a esa persona en un centro es una decisión complicada sobre la que la gente puede mostrarse reacia o directamente culpable. Aun así, puede beneficiar a todos si la residencia de ancianos presta los cuidados médicos y personales adecuados y, al mismo tiempo, proporciona al residente compañía y un sentimiento de comunidad. Por desgracia, algunas de estas instalaciones también están plagadas de acusaciones y pruebas de abusos y negligencia. Las personas que piensen que sus seres queridos pueden haber sufrido algún tipo de abuso -físico, sexual, emocional o económico- deben saber qué opciones tienen a su disposición.
Los participantes en el New Mexico deben prestar atención a los casos que se producen en todo el país y en todo el mundo para saber a qué atenerse. Un caso reciente en Chicago involucrado un hombre de 69 años que sufría malos tratos y abusos en una residencia de ancianos. Según la familia, no se habrían enterado de lo que ocurría si otra mujer que estaba allí para ver a un familiar hubiera visto al hombre en el suelo y pidiendo ayuda. Estaba ensangrentado, tenía comida esparcida a su alrededor y estaba desnudo. Ningún miembro del personal acudió a ayudarle. Los miembros del personal afirmaron que él quería estar en el suelo y se negaba a levantarse. La familia se puso en contacto con los legisladores locales y la investigación sigue adelante.
Este es un problema en todas partes y las autoridades federales están consciente de ello. El inspector general del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos evaluó las denuncias de abusos en residencias de ancianos de California desde 2017. Descubrió que casi uno de cada cinco tenía problemas para informar los incidentes de manera oportuna o no los informó al Departamento de Salud Pública de California en absoluto. Otros problemas incluyeron la falta de información necesaria para investigar adecuadamente los casos. Si los centros no son transparentes a la hora de informar sobre las denuncias de abuso y negligencia y los familiares no son conscientes de ello, es prácticamente imposible detenerlos.
Malos tratos en residencias de ancianos sucede. Los malos tratos en los que un residente sufre daños físicos, se enfrenta a trabajadores que no le dan lo que necesita, le roban o le agreden sexualmente son habituales. La negligencia es otro problema que puede ser igual de perjudicial, si no más. Dejar a una persona sin medicación, no alimentarla, permitir la aparición de escaras, no prestarle atención, dejar el centro sucio, exponerla al riesgo de caídas, carecer de supervisión... todos son ejemplos de negligencia.
Los ancianos que padecen enfermedades como la demencia pueden tener problemas para comunicar lo que les ocurre. Los familiares deben saber que ciertos comportamientos como retraerse, negarse a comer, no comunicarse y parecer temerosos son señales subyacentes. Hay signos evidentes como hematomas, un deterioro inesperado de la salud y una pérdida de peso inexplicable, entre otros. Si existe siquiera la sospecha de que se han producido malos tratos o abandono, es imperativo ser proactivo y pedir consejo y ayuda. Esto puede poner fin a los malos tratos y responsabilizar al centro de su comportamiento y falta de vigilancia.
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