Cuando alguien cercano a usted se traslada a una residencia de ancianos, es posible que se vea liberado de llevarle a las citas con el médico, ir a por la compra o ayudarle con otras tareas domésticas. Aun así, sigue llamándoles y visitándoles siempre que sea posible. Pero este sistema es bueno para todos, ya que garantiza la asistencia a su amigo o familiar mayor, incluso cuando usted no pueda estar allí para ayudarle.
Por desgracia, son muchos los casos de maltrato y abandono de ancianos que se producen en residencias de ancianos de todo el mundo. De hecho, 2 de cada 3 empleados de residencias de ancianos y centros de cuidados de larga duración admitieron haber cometido abusos en 2017. Y por si este dato no fuera suficientemente preocupante, la Organización Mundial de la Salud informa de que es probable que muchos casos no se denuncien. Lamentablemente, muchos ancianos no se sienten cómodos contando su situación al personal, a la policía o a su familia. Para asegurarse de que las personas mayores de su entorno no sufran daños ni vivan en condiciones inseguras, es fundamental que esté en contacto con ellas y conozca las señales de advertencia de los malos tratos.
He aquí cuatro señales a las que hay que prestar atención:
Es posible que el moratón que observas en el brazo de tu amigo o familiar se deba a un inocente accidente o que su camisa esté sucia porque se le ha derramado el desayuno. Pero no está de más echar un vistazo más de cerca. Demasiadas personas vulnerables sufren malos tratos y hay profesionales del Derecho que pueden ayudarles a recibir justicia.
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