Aunque no sea agradable pensar en ello, el 4 de julio está lleno de todo tipo de peligros para la seguridad. Los conductores del New Mexico deben tener especial cuidado. Tanto Esurance como el Insurance Institute for Highway Safety afirman que el número de accidentes de tráfico mortales alcanza su punto álgido el Día de la Independencia. Entre 2007 y 2011, aproximadamente el 40% de todas las muertes en carretera en Estados Unidos fueron causadas por conductores ebrios durante el periodo festivo del 4 de julio.
Según las estimaciones de la AAA, en este mismo periodo de cinco días se registrarán unos 37,5 millones de estadounidenses viajando a 80 km o más de sus hogares. Este aumento del tráfico este año supondrá un incremento de las colisiones, ya que muchos estarán posiblemente distraídos y viajarán por rutas que no les son tan familiares como sus desplazamientos habituales.
Por desgracia, los riesgos del 4 de julio se extienden fuera de las carreteras. Cualquiera que juegue con fuegos artificiales corre el riesgo de sufrir quemaduras y otras lesiones debilitantes. Manipular mal estos explosivos puede lesionar los dedos y las manos. Además, acercarse demasiado a los fuegos artificiales puede quemar la cabeza, la cara, los ojos y los oídos.
También hay que tener cuidado con lo que se consume en las barbacoas del Día de la Independencia. Quienes beben en exceso, aunque no se pongan al volante, corren el riesgo de intoxicación etílica. Otros pueden contraer enfermedades alimentarias por carne poco hecha.
Los anteriores son sólo los tipos más comunes de accidentes del 4 de julio. Sin embargo, es seguro suponer que la festividad da lugar a más siniestros de tráfico que las reclamaciones por responsabilidad de las instalaciones o de los productos. Dado que las compañías de seguros de automóviles tienen que tramitar tantos casos, es posible que algunas víctimas no tengan muchas posibilidades de ser escuchadas.
Por eso es importante la asistencia jurídica. Un abogado puede contratar a profesionales para descubrir pruebas de negligencia y encargarse de todas las negociaciones. Como último recurso, el abogado podría incluso litigar.
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