La mayoría de las personas que tienen un ser querido en una residencia de ancianos u otro tipo de centro de atención a personas mayores están preocupadas por la posibilidad de que se produzcan abusos o negligencias. Sin embargo, si usted tiene un ser querido con la enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia, es probable que esa preocupación aumente.
Las personas mayores con demencia son las más propensas a ser víctimas de malos tratos, ya que su capacidad cognitiva, su memoria y su percepción de la realidad pueden verse gravemente limitadas por la enfermedad. Quienes abusan de ellos -física, emocional, sexual o económicamente- saben que es probable que no recuerden lo ocurrido. Eso si se dan cuenta de que están siendo maltratados. Además, sus seres queridos pueden estar acostumbrados a oír de ellas todo tipo de historias y no tomarlas en serio.
Sin duda, las lesiones físicas evidentes -incluso los cortes y los moratones- deben ser motivo de preocupación. Incluso si son el resultado de un golpe o de haber agarrado algo afilado, significa que no están siendo vigilados con el cuidado que deberían. Los hematomas en las muñecas o los tobillos son especialmente preocupantes porque pueden indicar que han estado sujetos.
Cualquiera de los siguientes también podría ser un signo de maltrato:
También hay que vigilar que no les falten pertenencias y, desde luego, que no les falte nada en el bolso o la cartera. Lo mejor es que no lleven chequera ni tarjetas de crédito o débito. Tampoco debería tener su testamento u otros documentos personales a los que alguien pueda acceder y obtener datos personales que puedan utilizarse para el robo de identidad.
Si un ser querido está siendo perjudicado en una residencia u otro centro (o por un cuidador a domicilio), es crucial tomar medidas inmediatas para protegerlos. También puede ser aconsejable buscar asesoramiento legal.
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